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Fungicidas: claves para saber distinguir entre una falla de aplicación y una resistencia

05-09-24 | Infocampo


En cada campaña fina, las enfermedades fúngicas foliares como mancha amarilla, roya anaranjada y septoriosis del trigo –entre otras- son un dolor de cabeza para los productores, a prevalencia y severidad.

Según remarcaron desde la Red de Manejo de Plagas de Aapresid (REM), junto con las malezas y los insectos, representan entre un 10% y 30% de los rindes en el cereal.

“Estas enfermedades dependen de la interacción entre un huésped susceptible, un patógeno virulento y un ambiente favorable. El éxito de cualquier estrategia de control radica en comprender esta dinámica y actuar en consecuencia”, señalaron desde la REM.

En este contexto, los fungicidas son una de las herramientas más importantes en la lucha contra estas enfermedades. Un dato que no debe pasarse por alto es que les exige un control eficaz, e circunstancias que muchas veces están lejos de ser las ideales.
Pero no toda disminución en la eficacia del control se debe a la resistencia y antes de llegar a esa conclusión, los profesionales de Aapresid recomendaron revisar cuestiones vinculadas a la aplicación y el manejo del tratamiento.

 

FUNGICIDAS: VARIABLES QUE AFECTAN EL CONTROL
Según la Red, existen varias razones por las cuales un fungicida puede fallar en el control y entre las más comunes se encuentran:

  • Sub-dosificación del fungicida: Aplicar dosis menores a las recomendadas o dividir la dosis en varias aplicaciones puede reducir la efectividad.
  • Elección inadecuada de la molécula: Usar un fungicida que no es específico para la enfermedad a controlar puede resultar en un control ineficaz.
  • Aplicación tardía: Los niveles altos de enfermedad o aplicaciones fuera de tiempo pueden superar la capacidad del fungicida para controlar el patógeno.
  • Calidad de aplicación: Una cobertura insuficiente de las hojas o una distribución desigual del producto puede llevar a una protección incompleta y a la percepción de fallas en el control.
  • Condiciones ambientales adversas: Factores como la deriva, la evaporación o el lavado del fungicida por la lluvia pueden comprometer la eficacia del tratamiento.

 

CÓMO ENTENDER LA RESISTENCIA
En el manejo de enfermedades, la resistencia a fungicida genera preocupación. En Argentina, se ha documentado resistencia de mancha amarilla a estrobilurinas y cyproconazole, así como la disminución de la efectividad de los triazoles contra la roya anaranjada.
Se genera  cuando hay un cambio en la susceptibilidad de una población de hongos, lo que lleva al fracaso repetido de un fungicida cuando se utiliza según las recomendaciones.

De esta manera, la resistencia depende de tres factores: las características del ingrediente activo, la biología del patógeno y las prácticas de manejo agronómico.

Los perfiles varían de acuerdo al tipo de producto. En el caso de los triazoles, afirmaron que tienen un riesgo medio a bajo de generar resistencia, mientras que las estrobilurinas presentan un riesgo medio a alto.
En cuanto a enfermedades, el riesgo es alto para alternaria, medio para mancha amarilla y bajo para roya de la hoja. También dejaron en claro que el manejo agronómico inadecuado, como la subdosificación o la falta de rotación de principios activos, puede acelerar la aparición de resistencia.

“El desarrollo de resistencias puede ser mitigado a través de buenas prácticas agronómicas. La rotación de cultivos, el uso de variedades resistentes, el monitoreo constante y la aplicación correcta y oportuna de fungicidas son fundamentales para retrasar la aparición de resistencia y mantener la eficacia de los tratamientos”, recomendaron.

Por último, enfatizaron que hay que saber distinguir entre una falla de aplicación y una resistencia, porque se trata de información crucial para tomar decisiones informadas en el manejo de enfermedades.

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